Con frecuencia hablamos de “gestión cultural” en el Jardín, o del docente como mediador de la cultura. María Alejandra Castiglioni, Docente de Nivel Inicial y Gestora Cultural, escribe para nosotros sobre esta temática, reflexiones nacidas a partir de su participación en nuestro 5º Encuentro Internacional:
“Hacemos muchas cosas con pasión, las que nos proponemos recrear a diario en la eterna dinámica de un proyecto escolar común e inclusivo. Cobra sentido la acción cuando construimos un espacio donde capitalizar saberes y concretar sueños constituyendo un grupo.
En este grupo de niñas y niños, padres, comunidad, docentes, estamos gestando cotidianamente nuevos hechos culturales, con la intencionalidad manifiesta o latente de favorecer un proceso de construcción histórica, vivenciando nuestra identidad, dialogando entre la diversidad y la integración personal, grupal, escolar, nacional y regional.
Nos convoca propiciar cada día el intercambio simbólico generando propuestas para patrimonializar experiencias, producciones, tradiciones, generando sentimientos de pertenencia y amor a la tierra. Observo que sin duda nuestra propuesta docente está girando -entre otros- a partir de contenidos y acciones propios de la gestión cultural.
La cultura…puede considerarse…como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.” (Munciacult, México 1982, UNESCO)
En el 5to. Encuentro Internacional de Educación Infantil, al que tuve el placer de asistir, redescubrí -como siempre- eternos puntos de diálogo. Sentí el calor que en el corazón sentimos las jardineras cuando hablamos de AMOROSIDAD, como lo hizo Mercedes, o bien al repensar constantemente la virtud de alfabetizar las emociones, como mencionaba Maricarmen.
Ambas premisas se des-arrollan en un marco donde nuestra cultura impacta, revela nuestras tradiciones, contenidos, matices, es decir, en el cómo transitamos estos caminos. Damos vida a los vínculos aportando armonía, humor, respeto, tolerancia, escucha atenta, mirada atenta, creatividad, convicciones, pero todo ello poniendo de manifiesto nuestros rasgos distintivos. Otro paso más será, descifrar y analizar en qué medida esos rasgos se conectan con nuestra identidad más pura y en qué medida están imbricados con lo foráneo.
Las voces de los chicos, las nuestras, las de la comunidad, se funden en diversos lenguajes comunes que dan cuenta de la relación con nosotros, con los otros, con nuestra historia y con nuestra tierra.
Las ideas del Congreso siguen trabajando en todas y todos… ligo lo mencionado a la invitación de mirar atentamente a los chicos y a nosotros mismos, permitiendo que la realidad nos atraviese intensamente, con menos prejuicios, con menos ruidos, con más flexibilidad, con más silencio y con mucho respeto.
Y hablando de voces, y escuchando las que enriquecieron el Encuentro recordé cómo Atahualpa describe esa voz que una vez que escuchamos sigue resonando, guiando, apasionando. La escuchamos en el ejercicio de cada profesión confluyendo en la abordaje de un mismo hecho: la vida.
“La tierra señala a sus elegidos.
El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres
indicados para traducirla en la esperanza, en la pena, en la soledad.
Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra
si comprendes su sombra, te espera una enorme responsabilidad.
Puede perseguirte la adversidad
aquejarte el mal físico
empobrecerte el medio, desconocerte el mundo.
Pero es inútil: Nada apagará la lumbre de la antorcha
porque no es tuya:
es de la tierra que te ha señalado.
Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad”.
Atahualpa Yupanqui
FUENTE: OMEP
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