"Los límites en la primera infancia:cuándo, cómo y por qué"
Los enchufes son toda una tentación. Tomás, de dos años, está pendiente de cualquier descuido de sus padres para explorarlos. Y cuántos más retos recibe, más la atracción. "La prohibición despierta el deseo -dice Eva Rotenberg , creadora de la Escuela para Padres -. Si sólo se acentúa el No, los padres están estimulando que desobedezca. Cuando se enfatiza tanto lo que está prohibido, se lo atrae. Tiene un doble efecto."
En esos casos, lo conveniente es darles a los chicos opciones y ofrecerles un juego compartido. "Lo mejor es festejarle otras cosas porque en la crianza se pueden acentuar los logros o lo que está mal. Si se acentúan los logros, crecen con confianza en sí mismos. Sino, piensan que todo lo que hacen está mal, y eso les genera inseguridad", agrega la especialista.
El concepto de límite, generalmente relacionado con la autoridad, es una forma de enseñarle al niño a cuidarse. "Implica brindar un marco de contención y seguridad al desborde de ciertas conductas que suelen significar también muchas veces expresiones de angustia", explica Felisa Lambersky de Widder , coordinadora del departamento de Niños de la Asociación Psicoanalítica Argentina .
Para la escritora Laura Gutman , autora de los libros La revolución de las madres y Crianza, violencias invisibles y adicciones , hablar de límites es un malentendido. "Tenemos un problema de comunicación entre lo que pide el niño -porque lo necesita- y lo que los adultos estamos dispuestos o no a ofrecer. Cuando un niño -que es un ser dependiente- pide y no obtiene, desplaza su pedido hacia otros más escuchables. Por ejemplo, cuando ya se cansó de pedir presencia, pide caramelos. No importa cuántos caramelos coma, seguirá pidiendo más. Los padres creemos entonces que no tiene límites. En verdad, no hemos escuchado el pedido original, que se puede satisfacer."
La clave está en acompañar. "Algún No puede tener sentido, siempre y cuando los adultos tengamos alguna opción de Sí. Por ejemplo, No podes tocar la ficha de la electricidad pero Sí te acompaño a subir y bajar las teclas de la luz, todas las veces que quieras hasta descubrir el secreto (tampoco son tantas veces si acompañamos un rato al niño en su exploración)", ejemplifica Gutman.
Primeros pasos, primeros límites
En la etapa del gateo y de la deambulación comienzan a marcarse las primeras pautas de comportamiento. "Es cuando frente al desconocimiento del niño, éste se ve impulsado a realizar actos que implican un riesgo para su vida como, por ejemplo, tocar los enchufes o intentar saltar de la cuna por sobre los barrotes", explica Widder.
En otros casos, responden a convenciones sociales. "En la etapa del control de esfínteres, si bien esta enseñanza está a cargo de los padres, la necesidad de reconocer el deseo de evacuación y micción en el ámbito correspondiente deviene de un límite impuesto por la cultura, que exige al pequeño la renuncia al placer de ensuciarse propio de la edad y comprende un aprendizaje que los adultos significativos deben acompañar", agrega.
"Si el niño se sabe escuchado y comprendido puede perfectamente acompañar o tolerar cuando algo en particular no se puede obtener. Pero cuando no obtiene nada -desde sus expectativas de cuidados maternales- le resultará mucho más difícil. Es hora de ponernos en el lugar del niño pequeño y tratar de vislumbrar el mundo desde ahí", concluye Gutman.
Es un aprendizaje, y como tal debe impartirse con tranquilidad, seguridad, firmeza, claridad y amor.
Fuente: www.lanacion.com 30/06/09
En esos casos, lo conveniente es darles a los chicos opciones y ofrecerles un juego compartido. "Lo mejor es festejarle otras cosas porque en la crianza se pueden acentuar los logros o lo que está mal. Si se acentúan los logros, crecen con confianza en sí mismos. Sino, piensan que todo lo que hacen está mal, y eso les genera inseguridad", agrega la especialista.
El concepto de límite, generalmente relacionado con la autoridad, es una forma de enseñarle al niño a cuidarse. "Implica brindar un marco de contención y seguridad al desborde de ciertas conductas que suelen significar también muchas veces expresiones de angustia", explica Felisa Lambersky de Widder , coordinadora del departamento de Niños de la Asociación Psicoanalítica Argentina .
Para la escritora Laura Gutman , autora de los libros La revolución de las madres y Crianza, violencias invisibles y adicciones , hablar de límites es un malentendido. "Tenemos un problema de comunicación entre lo que pide el niño -porque lo necesita- y lo que los adultos estamos dispuestos o no a ofrecer. Cuando un niño -que es un ser dependiente- pide y no obtiene, desplaza su pedido hacia otros más escuchables. Por ejemplo, cuando ya se cansó de pedir presencia, pide caramelos. No importa cuántos caramelos coma, seguirá pidiendo más. Los padres creemos entonces que no tiene límites. En verdad, no hemos escuchado el pedido original, que se puede satisfacer."
La clave está en acompañar. "Algún No puede tener sentido, siempre y cuando los adultos tengamos alguna opción de Sí. Por ejemplo, No podes tocar la ficha de la electricidad pero Sí te acompaño a subir y bajar las teclas de la luz, todas las veces que quieras hasta descubrir el secreto (tampoco son tantas veces si acompañamos un rato al niño en su exploración)", ejemplifica Gutman.
Primeros pasos, primeros límites
En la etapa del gateo y de la deambulación comienzan a marcarse las primeras pautas de comportamiento. "Es cuando frente al desconocimiento del niño, éste se ve impulsado a realizar actos que implican un riesgo para su vida como, por ejemplo, tocar los enchufes o intentar saltar de la cuna por sobre los barrotes", explica Widder.
En otros casos, responden a convenciones sociales. "En la etapa del control de esfínteres, si bien esta enseñanza está a cargo de los padres, la necesidad de reconocer el deseo de evacuación y micción en el ámbito correspondiente deviene de un límite impuesto por la cultura, que exige al pequeño la renuncia al placer de ensuciarse propio de la edad y comprende un aprendizaje que los adultos significativos deben acompañar", agrega.
"Si el niño se sabe escuchado y comprendido puede perfectamente acompañar o tolerar cuando algo en particular no se puede obtener. Pero cuando no obtiene nada -desde sus expectativas de cuidados maternales- le resultará mucho más difícil. Es hora de ponernos en el lugar del niño pequeño y tratar de vislumbrar el mundo desde ahí", concluye Gutman.
Es un aprendizaje, y como tal debe impartirse con tranquilidad, seguridad, firmeza, claridad y amor.
Fuente: www.lanacion.com 30/06/09
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