febrero 19, 2010

APRENDER A LEER

APRENDER A LEER

Viviana Kleinmann

Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA). Master Universitario en NTIC (UNED). Coordinadora pedagógica del sitio web de Tinta Fresca. Profesora de práctica y residencia del Profesorado de Nivel Primario de la Escuela Normal Nº1. Profesora de Pedagogía del ISP "Dr. Joaquín V. González".




¿Qué hace falta para aprender a leer?
Los maestros con años de experiencia podrían responder esta pregunta, casi al unísono: ganas. Como para cualquier aprendizaje, pero muy particularmente en el proceso de adquisición de la lectoescritura, la motivación es imprescindible. Y la gran mayoría de los niños que ingresan al nivel primario la trae. Por sus experiencias previas, por las expectativas de sus familiares, ellos desean aprender a leer.
¿Esto quiere decir que el maestro, el método, el libro, no son importantes? Por el contrario, esto significa que solamente un buen maestro, con un método adecuado y materiales didácticos atractivos, pueden lograr que esa motivación inicial se mantenga, y más aún, constituya la base para que todos y cada uno de los chicos lleguen a ser buenos lectores. Es decir, lectores competentes, que pueden comprender y producir textos escritos y que disfrutan haciéndolo.
La idea de las características que debe reunir un "buen maestro" ha ido cambiando con el tiempo, pero se podría afirmar que, en lo que al aprendizaje se refiere, debería ser alguien capaz de estimular a los chicos, recuperar sus conocimientos previos y proponerles situaciones que los desafíen a construir nuevos conocimientos.
En lo que respecta al método, luego de largos debates, los aportes de las últimas décadas han ido acercando posturas y permitiendo diferenciar lo esencial de lo accesorio. Las épocas en que Mafalda ridiculizaba con justicia los textos escolares por su falta de contenidos significativos han quedado atrás.
Se ha superado algunas interpretaciones distorsionadas del constructivismo, como el llevar la idea de respetar los conocimientos previos al extremo de negar información y confundir el respeto por el pensamiento infantil con el abandono de los chicos a sus propias deducciones, sin andamiaje alguno.
Las lecciones que nos han dejado las nuevas teorías sobre la lengua, la comunicación y la lectura son muy ricas: hoy entendemos que la lectura es una transacción entre el texto y el lector, que no hay dos interpretaciones idénticas y que los lectores desarrollan estrategias para reconstruir el significado del texto.
Estos cambios en el rol del docente, en los métodos de enseñanza y en la concepción de la lectura han dado lugar a la producción de textos para el primer ciclo que resultan interesantes para los chicos, a la vez que presentan un desarrollo sistemático del código de escritura, de los distintos tipos textuales de circulación social y de los conocimientos científicos y matemáticos que corresponden a esta etapa.
¿Cómo elegir un buen libro?
Debemos confesar, en principio, que si bien los docentes gozamos de amplia libertad para seleccionar los materiales a utilizar, no es habitual que la formación docente incluya una preparación para evaluar las características de los recursos didácticos, ni siquiera de los libros de texto, cuyo uso es práctica generalizada en la enseñanza.
Por eso ocurre que se transmiten de boca en boca ciertas apreciaciones sin fundamento, como: "Si el libro de primero está en mayúsculas de imprenta, es constructivista" o "Tiene textos muy largos, es difícil" o "Lo importante es que tenga ilustraciones, que llamen la atención a los chicos por el colorido". También son muy difundidos ciertos supuestos acerca de una secuencia correcta y única para presentar las letras, o, también, sobre la importancia de que el trazado de las letras en cursiva responda a cierto formato.
Aspectos como el tipo de grafismos utilizados, la extensión del texto y las ilustraciones no hacen a la concepción didáctica del libro, por lo que, aunque pueden tener cierta importancia, deberíamos considerarlos como accesorios y no como centrales. Desde el punto de vista de la enseñanza podemos establecer como criterios relevantes:

Que el texto presente la lectura y la escritura en contextos significativos, es decir, que sean coherentes con el medio cultural de los niños y les resulten comprensibles. Por ejemplo, en Saltimbanqui 3, se explica el concepto de identidad lingüística en forma adecuada.
Que el libro despierte el interés por la lectura y la escritura, brindando el placer de leer y escribir. En la serie Saltimbanqui, se desarrolla un relato central con protagonistas estables en cada libro, y además, se presentan textos literarios para disfrutar y para estimular la producción, como esta propuesta de Saltimbanqui 1
Que facilite el estudio sistemático de distintos aspectos de la lengua escrita, como el código y los diversos tipos textuales. En este sentido, la propuesta actual es presentar los textos en sus formas de circulación social, completos, con todas las tipografías habituales. Y reforzar la vinculación entre los conocimientos previos de los chicos (la lengua oral) y la escritura. Saltimbanqui 1 incluye una sección denominada "Los sonidos y las letras", para facilitar el reconocimiento de estas relaciones.


Hacia una integración del conocimiento
Aprender a leer es también incorporarse al mundo: la lectura es la ventana más amplia que podamos imaginar. Gracias a ella podremos multiplicar infinitamente nuestras visiones y comunicarnos con personas de lugares remotos, o rescatar mensajes del pasado. Desde su iniciación en este mundo, los niños usan la lectura para conocer, y es por eso que sus primeros libros de texto, hoy, contienen saberes y problemas que los inician en todas las disciplinas: literatura, matemática, ciencias naturales, ciencias sociales y temas transversales.



FUENTE: http://tintafresca.com.ar/gabinete_06.php

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