febrero 24, 2011

"El cuaderno de Comunicaciones"

La comunicación entre la institución y la familia la cuaderno.jpg consideramos un aspecto substancial de la tarea pedagógica en los centros de educación de la primera infancia. Especialmente porque trabajamos con niños que están en una edad en la que, si bien se expresan y comunican constantemente, no lo hacen en términos que nos permitan un intercambio de información fluido con las familias. Sin embargo, la literatura especializada, aunque muchas veces despliega análisis en relación a este vínculo familia-escuela, no se detiene en los instrumentos que hacen posible (u obstaculizan) esta imprescindible comunicación. Uno de estos instrumentos, tal vez el principal, es sin dudas el cuaderno de comunicaciones. La formación docente y la bibliografía no se dedican a estas cuestiones prácticas, quizás porque está mal visto “dar recetas”, quizás porque se considera una cuestión menor. Pero lo cierto es que los profesionales de la educación inicial encaran esta actividad desde su sentido común (desde sus concepciones personales o teorías implícitas) y tomando como modelo “lo que ya se hace” (las tradiciones instituidas).

Es por ello que nos parece importante proponer una reflexión acerca del modo en que se usa el cuaderno de comunicaciones. No lo hacemos con el propósito de indicar un “uso correcto” pero si de formular preguntas que estimulen la reflexión en torno a los modos “habituales” de uso del cuaderno. Una de las “tradiciones” más instituidas es la de decorar las notas a las familias con dibujos y colores, ya sea realizadas a mano o bien pegando figuritas. En primer lugar nos preguntamos: ¿necesita la comunicación entre adultos de esta decoración? ¿Las noticias en el diario vienen con ositos y elefantitos? Se podrá argumentar que, dado que los niños no leen, es bueno que el cuaderno (al igual que el perchero) tenga un dibujo identificatorio. Por supuesto, pero de ahí a que cada nota tenga dibujitos…
Por otro lado, destaquemos que esta “tradición” solo la encontramos en el nivel inicial, quizás como una extensión de la necesidad de decorar la sala y de estimular la comunicación a través de imágenes. Pero si bien los alumnos son niños, los padres son tan adultos como en cualquier otro nivel educativo. ¿No estaremos infantilizando el vínculo con las familias? ¿No se estará infantilizando la docente e infantilizando también a los adultos que leerán la nota? A veces nos quejamos de que la imagen que tiene la sociedad de la maestra jardinera está infantilizada. ¿No contribuimos a ello con esta práctica?
Inclusive, solemos pedir a las familias que no permitan a los niños hacer dibujos, rayar, romper, etc., el cuaderno de comunicaciones ya que se trata de un instrumento de comunicación importante entre la escuela y la familia. ¿No es contradictorio entonces que la docente sí tenga permiso para hacer dibujos o pegar figuritas? Al ver tantos motivos infantiles, los adultos de las familias ¿no tendrán razón al pensar que el cuaderno es para el niño?
Por último, supongamos que los padres se ponen a reflexionar acerca del tiempo y dedicación que la docente asigna a la decoración del cuaderno. ¿Qué imagen construirán acerca de lo que significa ser docente de jardín? Cada decoración, multiplicada por la cantidad de niños de la sala, hace pensar que esta es sin dudas la principal tarea que desarrolla la maestra jardinera. ¿Deseamos dar esa imagen?
Es cierto que la tradición está tan instituida que efectivamente muchas familias creen que a más dibujitos, mejor maestra. Y comparan… “La del año pasado lo hacía, esta no, mirá que fría que es….” Es por ello que decorar o no los cuadernos y cuánto, cuándo y cómo lo hagamos debería ser una decisión institucional, que tome todo el equipo en forma conjunta. Sin embargo, aún cuando este acuerdo no fuera posible, nos parece una actitud valiente y comprometida de parte del docente, el iniciar con las familias de sus alumnos un diálogo que esclarezca que la prioridad en la distribución de su tiempo esta en el cuidado, educación y estimulación de su grupo de alumnos.
Hemos visto muchas veces maestras sentadas frente a su pila de cuadernos, delineando con colores las fotocopias de ositos que anuncian el fin de semana, mientras los chicos deambulan por la sala en medio de una pila de juguetes esparcidos. Estamos convencidos de que las familias pueden comprender, si se les explica claramente, que esta opción no es la mas conveniente para ellos, y que la maestra que manda notas mas “austeras” pero que atiende mas a los niños y niñas es la que esta optando por la mejor comunicación.

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