Conviene familiarizarlos con el libro antes de que aprendan a leer; lo mejor, historias contadas en imágenes
- Hasta los 3 años, lo mejor son los relatos simples; a partir de los 4, los argumentos se pueden volver más complejos
- Recomiendan estar atentos a los gustos de los niños
Cada vez que Quimey Bermúdez, una niña de un año y medio, llega a la casa de su tía, se lanza sobre la biblioteca y toma los libros de los colores más fuertes. Por eso, cuando Romina Delfino, su tía, tiene que decidir qué libro elegir para la pequeña Quimey opta por los que tienen botones o diferentes texturas. "Supongo que, al no reconocer el sentido de las palabras, son los que más le interesan", dijo Romina a LA NACION.
Pero si en los primeros cinco años de vida se sientan las bases de la personalidad y, por ende, se gesta la posibilidad de ser o no ser un lector en el futuro, ¿es lo mismo poner al alcance de los más pequeños cualquier tipo de libro?
Los especialistas en literatura infantil recomiendan, para iniciar a los niños en el placer de la lectura, diferenciar los libros que sirven para jugar de los que realmente introducen a la literatura. Estos son los que narran historias atractivas sólo con imágenes o con ilustraciones que amplíen el significado de las palabras del relato de los padres, y provocan la imaginación del pequeño.
Relatos simples
Si bien no hay una clasificación taxativa según las edades, los expertos aceptan que hasta los 3 años son más comprensibles los relatos simples en los que se presenta con claridad una situación, un conflicto y un desenlace. A partir de los 4 años los argumentos pueden ser más complejos y aludir incluso al pasado o a problemas existenciales, como el cuento de Graciela Montes en el que un niño se pone la careta de un ratón feroz buscando llamar la atención de los adultos.
"Para los chicos de hasta 5 años el libro es un juguete; les puede servir para leer una historia o para hacer una casita en la que viva un muñeco coleccionable, pero no por eso pierde calidad literaria", expresó Carlos Silveyra, maestro y profesor de Ciencias dela Educación , especialista en literatura infantil y autor de una treintena de libros.
El experto advierte, sin embargo, que los libros de plástico o de tela suelen ser muy pobres en contenido y facilitan más el hábito mecánico de pasar páginas que el gusto de seguir un relato.
"Son un compendio de imágenes sin una conexión temática como tiene un verdadero libro", dijo, y citó el caso de los que junto al dibujo de un objeto llevan, como único texto, el término con el que se lo define. "Promueven una concepción del aprendizaje de los significados a través del lenguaje escrito, pero el niño accede a ellos a través de la realidad", dijo Silveyra, para quien los mejores libros para los niños pequeños son los que logran contar una buena historia sólo con imágenes.
Un niño que aún no accedió al código escrito no puede ser considerado un no lector. "Está aprendiendo a leer el objeto-libro al manipularlo sin prejuicios y poniendo en juego todos los sentidos", explicó Cecilia Bajour, miembro del equipo de coordinación del postítulo de Literatura Infantil y Juvenil dela Secretaría de Educación del gobierno porteño.
A la hora de elegir, algunos padres buscan los cuentos que ellos disfrutaron en su niñez y otros observan la conducta de sus hijos cuando los sueltan en el rincón infantil de las librerías donde la oferta es cada vez más variada.
A los tradicionales cuentos de tapa dura y papel ilustración con hermosos dibujos en colores brillantes se les sumaron, en los últimos años, publicaciones de todos los tamaños, formas y materiales. Son de cartón plastificado, resistentes a mordeduras; de goma no tóxica, sumergibles en la bañera o piscina; o íntegramente de tela con páginas suaves y mullidas. Pueden tener un muñeco de peluche o de plástico incrustado en medio del libro, transparencias que dejan ver personajes de las escenas que siguen o agujeritos en los que el niño mete el dedo y crea así un nuevo personaje.
Cuidado con los clásicos
Verónica Donati, mamá de Valentina, de 4 años, es una de las madres que, consultadas porLA NACION en los pasillos de la Feria del Libro Infantil en el Centro de Exposiciones de la Ciudad , dijeron que los primeros libros que les dieron a sus hijos fueron los que leían ellas cuando eran chicas: Caperucita Roja, La bella durmiente, La rata presumida, entre otros.
"Cuidado, porque el libro que fue recomendable en la infancia de los papás no necesariamente lo es para la época que viven sus hijos", advirtió Silveyra, y agregó que, muchas veces, los padres recuerdan con nostalgia el pasado sin considerar que sus hijos no se emocionan necesariamente con las mismas cosas. Bajour coincidió y recomendó que "sin dejar de lado la tradición, porque es bueno que los chicos compartan esto con sus padres, los adultos se abran a nuevas propuestas".
Silveyra propone, ante todo, mirar al niño que uno tiene frente a sus ojos y no al que se lleva en el corazón y ofrecerle libros que sean de su interés. "Hay que probar. Regalarle uno de cuentos fantásticos y, si no le gusta, llevarle otro realista; y así hasta encontrar el que le atrae", aconsejó.
Entre los textos que se ofrecen en las librerías hay una gran variedad que instruyen en la adquisición de hábitos como lavarse los dientes, usar los cubiertos y otros. Sobre ellos Silveyra advierte que pueden ser contraproducentes si se intenta acercar al niño a la literatura. "Los chicos pueden llegar a vincular a los textos con el dictado de normas sobre cómo comportarse", dijo el especialista.
Otra técnica, también muy difundida, es la conocida como de palabras dibujadas. Son relatos que intercalan dibujos en las oraciones. El niño puede seguir la lectura del adulto y completar la frase "leyendo" el dibujito. Para Bajour, este recurso es beneficioso "si no es el único que conocen los niños, porque puede crear la ilusión de que para cada dibujo hay una sola palabra, cuando lo interesante es la plurisignificación".
Por Silvina Premat
Dela Redacción de LA NACION
Once ideas útiles
1. En el momento de comprar un libro hay que tener en cuenta lo que le gusta al niño y no lo que les gustaba a los adultos cuando eran niños.
2. Ir a las librerías con los niños para elegir los libros juntos.
3. Invitar a que los chicos se relacionen con los libros, pero nunca obligarlos a hacerlo.
4. Elegir los libros cuyas ilustraciones amplían el significado de las palabras del relato en lugar de repetir el texto de forma simplificada.
5. Elegir libros que no se rompan fácilmente.
6. Acercar al niño libros con estéticas diferentes en cuanto a los colores, las formas y los tamaños.
7. Diferenciar los libros que son sólo objetos para jugar de aquellos capaces de introducir a los niños en los géneros literarios.
8. No pretender que con ellos adquieran hábitos de conducta, como lavarse los dientes. Esto podría ser contraproducente si los chicos relacionan los textos con la imposición de normas y no con la literatura.
9. No negar a los chicos los libros sobre personajes famosos de la televisión o del cine, pero tampoco ofrecérselos.
10. Priorizar el relato de una historia consistente por sobre los colores, objetos u otros accesorios que puedan traer los libros
11. Permitir que el niño use los libros también como juguetes.
Pero
Los especialistas en literatura infantil recomiendan, para iniciar a los niños en el placer de la lectura, diferenciar los libros que sirven para jugar de los que realmente introducen a la literatura. Estos son los que narran historias atractivas sólo con imágenes o con ilustraciones que amplíen el significado de las palabras del relato de los padres, y provocan la imaginación del pequeño.
Relatos simples
Si bien no hay una clasificación taxativa según las edades, los expertos aceptan que hasta los 3 años son más comprensibles los relatos simples en los que se presenta con claridad una situación, un conflicto y un desenlace. A partir de los 4 años los argumentos pueden ser más complejos y aludir incluso al pasado o a problemas existenciales, como el cuento de Graciela Montes en el que un niño se pone la careta de un ratón feroz buscando llamar la atención de los adultos.
"Para los chicos de hasta 5 años el libro es un juguete; les puede servir para leer una historia o para hacer una casita en la que viva un muñeco coleccionable, pero no por eso pierde calidad literaria", expresó Carlos Silveyra, maestro y profesor de Ciencias de
El experto advierte, sin embargo, que los libros de plástico o de tela suelen ser muy pobres en contenido y facilitan más el hábito mecánico de pasar páginas que el gusto de seguir un relato.
"Son un compendio de imágenes sin una conexión temática como tiene un verdadero libro", dijo, y citó el caso de los que junto al dibujo de un objeto llevan, como único texto, el término con el que se lo define. "Promueven una concepción del aprendizaje de los significados a través del lenguaje escrito, pero el niño accede a ellos a través de la realidad", dijo Silveyra, para quien los mejores libros para los niños pequeños son los que logran contar una buena historia sólo con imágenes.
Un niño que aún no accedió al código escrito no puede ser considerado un no lector. "Está aprendiendo a leer el objeto-libro al manipularlo sin prejuicios y poniendo en juego todos los sentidos", explicó Cecilia Bajour, miembro del equipo de coordinación del postítulo de Literatura Infantil y Juvenil de
A la hora de elegir, algunos padres buscan los cuentos que ellos disfrutaron en su niñez y otros observan la conducta de sus hijos cuando los sueltan en el rincón infantil de las librerías donde la oferta es cada vez más variada.
A los tradicionales cuentos de tapa dura y papel ilustración con hermosos dibujos en colores brillantes se les sumaron, en los últimos años, publicaciones de todos los tamaños, formas y materiales. Son de cartón plastificado, resistentes a mordeduras; de goma no tóxica, sumergibles en la bañera o piscina; o íntegramente de tela con páginas suaves y mullidas. Pueden tener un muñeco de peluche o de plástico incrustado en medio del libro, transparencias que dejan ver personajes de las escenas que siguen o agujeritos en los que el niño mete el dedo y crea así un nuevo personaje.
Cuidado con los clásicos
Verónica Donati, mamá de Valentina, de 4 años, es una de las madres que, consultadas por
"Cuidado, porque el libro que fue recomendable en la infancia de los papás no necesariamente lo es para la época que viven sus hijos", advirtió Silveyra, y agregó que, muchas veces, los padres recuerdan con nostalgia el pasado sin considerar que sus hijos no se emocionan necesariamente con las mismas cosas. Bajour coincidió y recomendó que "sin dejar de lado la tradición, porque es bueno que los chicos compartan esto con sus padres, los adultos se abran a nuevas propuestas".
Silveyra propone, ante todo, mirar al niño que uno tiene frente a sus ojos y no al que se lleva en el corazón y ofrecerle libros que sean de su interés. "Hay que probar. Regalarle uno de cuentos fantásticos y, si no le gusta, llevarle otro realista; y así hasta encontrar el que le atrae", aconsejó.
Entre los textos que se ofrecen en las librerías hay una gran variedad que instruyen en la adquisición de hábitos como lavarse los dientes, usar los cubiertos y otros. Sobre ellos Silveyra advierte que pueden ser contraproducentes si se intenta acercar al niño a la literatura. "Los chicos pueden llegar a vincular a los textos con el dictado de normas sobre cómo comportarse", dijo el especialista.
Otra técnica, también muy difundida, es la conocida como de palabras dibujadas. Son relatos que intercalan dibujos en las oraciones. El niño puede seguir la lectura del adulto y completar la frase "leyendo" el dibujito. Para Bajour, este recurso es beneficioso "si no es el único que conocen los niños, porque puede crear la ilusión de que para cada dibujo hay una sola palabra, cuando lo interesante es la plurisignificación".
Por Silvina Premat
De
Once
1. En el momento de comprar un libro hay que tener en cuenta lo que le gusta al niño y no lo que les gustaba a los adultos cuando eran niños.
2. Ir a las librerías con los niños para elegir los libros juntos.
3. Invitar a que los chicos se relacionen con los libros, pero nunca obligarlos a hacerlo.
4. Elegir los libros cuyas ilustraciones amplían el significado de las palabras del relato en lugar de repetir el texto de forma simplificada.
5. Elegir libros que no se rompan fácilmente.
6. Acercar al niño libros con estéticas diferentes en cuanto a los colores, las formas y los tamaños.
7. Diferenciar los libros que son sólo objetos para jugar de aquellos capaces de introducir a los niños en los géneros literarios.
8. No pretender que con ellos adquieran hábitos de conducta, como lavarse los dientes. Esto podría ser contraproducente si los chicos relacionan los textos con la imposición de normas y no con la literatura.
9. No negar a los chicos los libros sobre personajes famosos de la televisión o del cine, pero tampoco ofrecérselos.
10. Priorizar el relato de una historia consistente por sobre los colores, objetos u otros accesorios que puedan traer los libros
11. Permitir que el niño use los libros también como juguetes.
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/723821
Maestros y profesores creen que un niño que aún no accedió a la lectura no puede ser considerado un no lector
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